El mundo tecnológico acaba de ser testigo de un robo. El crimen fue tan descarado que hasta hay que reconocer que es admirable, aunque lo hayan hecho con la gracia de un asalto a mano armada en una gasolinera.
Facebook entró a la feliz mansión de Snapchat en Venice Beach, California, hizo un buen inventario de los bienes y se llevó las joyas de la corona. Una versión de Historias, el divertido formato de diapositivas que creó Snapchat, apareció el año pasado en Instagram, propiedad de Facebook. Después las funciones de Snapchat llegaron a WhatsApp y Messenger, las aplicaciones de mensajería propiedad de Facebook. Hace un par de semanas, alcanzaron las grandes ligas —es decir la aplicación principal de Facebook— y el robo se completó.
Mark Zuckerberg celebró el pasado 18 de abril una conferencia para mostrar su botín, e incluso fue más allá: reveló una visión de la realidad aumentada en la que los objetos y efectos digitales se superponen a imágenes del mundo real, lo que podría socavar la misión de Snapchat de convertirse en la empresa de cámaras de la próxima generación.
Su discurso tenía un montón de chistes cursis, pero esa solo era la manera en que Zuckerberg ocultó el cuchillo ensangrentado. En realidad, fue una actuación que hizo evidente la crueldad como hombre de negocios del creador de la red. También muestra que entiende los activos más importantes de Facebook.
Zuckerberg se dio cuenta de que lo más importante en su negocio no era necesariamente crear las mejores funciones nuevas. No importa quién invente bigotes digitales. Lo que importa es poseer la red más grande y conectada. Y, como él tiene esa red, siempre gana.
Desde hace años, el mundo duda de Zuckerberg. Facebook, dijeron, nunca vencería a Myspace. Luego Facebook tenía que demostrar ser mejor que cualquier otra red social: Twitter, Pinterest y demás. ¿Podría sobrevivir al ataque de Google? ¿Podría sobrevivir a su propia oferta pública inicial? ¿Cómo se adaptaría Facebook a los teléfonos celulares? ¿Qué pasaría con el video en vivo? Y luego estaba Snapchat. Al convertir la cámara del teléfono inteligente en una plataforma de comunicaciones, Snapchat creó una experiencia social novedosa y convincente. Los adolescentes no dejaban de usarla. Y los adolescentes son el futuro. Si Facebook perdía a los adolescentes, se acababa el juego.
Pero, en el median plazo, ninguna de estas cosas realmente afectó el reino en expansión de Zuckerberg.
Hace cinco años, después de consolidar –más o menos– el estatus de Facebook como la red social más grande del mundo, comenzó a comprar y construir futuras redes. Compró Instagram, que ahora tiene 600 millones de usuarios. Luego compró WhatsApp, que tiene más de mil millones de usuarios.
Luego convirtió la función de chat interno de Facebook en su propia aplicación, Messenger, que ahora también cuenta con mil millones de usuarios.
Ofreció a Evan Spiegel, cofundador de Snapchat, tres mil millones de dólares para comprar esa aplicación. Spiegel se negó, pero tal vez debió haber examinado de cerca las redes que Zuckerberg estaba reuniendo.
¿Sabes lo que sucede cuando controlas cuatro de las redes sociales más grandes del mundo? Puedes dejar de preocuparte de que las aplicaciones de los competidores te ganen.
Zuckerberg ya lo había hecho antes: cada vez que a otra empresa social se le ocurrían características sociales que la gente parecía disfrutar —Twitter con el mecanismo de seguidores, Foursquare con la función de mostrar el lugar donde estabas, Vine con videos cortos, Periscope y Meerkat con video en vivo— Facebook o una de sus filiales (o todas ellas) podría simplemente copiar y cooptar.
Zuckerberg no ganó todas estas cosas; a veces las funciones resultaron ser menos importantes de lo que se pensaba inicialmente. Pero eso no importaba, pues por lo menos neutralizaría el crecimiento de su enemigo, deteniéndolo antes de que se convirtiera en una amenaza existencial para Facebook.
Y eso es lo que acabamos de ver con Snapchat. Hay un debate en las publicaciones tecnológicas sobre si la copia astuta de Facebook ha acabado con Snap, la empresa matriz de Snapchat, o simplemente la ha herido. Después de todo, la semana pasada Instagram dijo que 200 millones de personas al día estaban usando su característica de Historias, una cantidad de usuarios mayor que la de Snapchat (que tiene 160 millones según el último estimado).
Pero Snapchat podría sobrevivir, incluso prosperar; el mundo es grande y puede coexistir con Facebook. Lo destacable es que Facebook ha forzado esta coexistencia.
Los miles de millones de usuarios de Facebook ahora tendrán las mejores características de Snapchat en la plataforma de Facebook, por lo que muchos de ellos ya no tendrán razón alguna para cambiar de servicio. Básicamente, ahora no hay ninguna posibilidad de que Snapchat eclipse a Facebook en algún momento, si es que alguna vez lo podría haber hecho. En otras palabras, Zuckerberg lo ha hecho de nuevo: ha neutralizado a otro rival.
También hay otro aspecto a considerar si se habla del poderío de las grandes redes: estas mejoran las funciones de otras empresas.
Durante su discurso en la conferencia de desarrolladores, Zuckerberg presentó una lista de nuevas herramientas para convertir la cámara incorporada de Facebook en una plataforma que los desarrolladores externos pueden mejorar y a la que pueden agregarle funciones. Snapchat ha tenido éxito con la realidad aumentada, el término técnico para agregar efectos digitales caricaturescos a tus fotos y videos, como el vómito de arcoíris que sale de tu boca o las orejas de perro en tu cabeza. Pero ahora Facebook, con sus inversiones considerables en inteligencia artificial (que utiliza para impulsar sus otras aplicaciones) y con sus amplias conexiones con desarrolladores (que quieren llegar a sus miles de millones de usuarios), estará en una mucho mejor posición para desarrollar esas ideas.
“Incluso si nos tardáramos en añadir el uso de cámaras a todas nuestras aplicaciones, estoy seguro de que vamos a ser los que impulsen esta tecnología”, dijo Zuckerberg.
erminemos con una nota acerca de la ética de todo esto. A algunos de ustedes les puede parecer molesto que una gran empresa simplemente pueda copiarle una innovación a una empresa pequeña para después usarla. Si no es ilegal, ¿no es algo que por lo menos deberíamos desalentar?
Pues… hay un montón de tipos de innovación diferentes en la industria de la tecnología. Que se te ocurra algo primero no es el único tipo de innovación.
En esta industria, hay una gran lección acerca de tomar una idea de otra persona y añadirle tu propio giro con tal de mejorar la tecnología para todos. Steve Jobs de Apple y el equipo detrás de la Mac original se inspiraron en un puñado de ideas que se divulgaban en los círculos de investigación de tecnología, incluso en Xerox PARC. El presidente ejecutivo de Microsoft, Bill Gates, vio el éxito de Mac y se inspiró para crear un nuevo modelo de negocio para la industria de las PC al impulsar la construcción de computadoras que fueran lo suficientemente baratas como para que las adquiriera la mayoría de la gente.
O pensemos en el teléfono inteligente. Apple creó el iPhone, pero si la industria de la tecnología se hubiera detenido allí, los teléfonos inteligentes no habrían llegado a todo el mundo con tanta rapidez. En cambio, Google copió más o menos las ideas de software de Apple en las primeras versiones de Android, y Samsung básicamente copió el hardware de Apple. La economía entró en juego, los teléfonos inteligentes se hicieron realmente baratos e inundaron el mundo. Y a todos les fue mejor: con el tiempo, Samsung tuvo su propia gran idea —los teléfonos enormes— que Apple copió, y entonces Apple hizo muchos.
Así que no hay que obsesionarnos con las copias. Todo se vale en el amor y en el vómito de arcoíris.
Fuente: www.nytimes.com
No hay.